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Un anillo para controlarlo todo

Sexo, Moral y Espiritualidad

Publicado: 2017-05-16

Es comprensible que los caminos, espirituales o no, que encuentran la realización en la entrega total al servicio del prójimo, vean el deseo sexual como un obstáculo. Después de todo, el sexo puede ser un acto meramente egoísta y se suele invertir grandes cantidades de energía satisfaciéndolo en lugar de dedicarse al trabajo de servir o de pulir la propia mente. Sin embargo, lo que puede ser parte de un camino de abandono de la autoindulgencia, que incluiría placeres como el comer por el sabor, rascarse, buscar comodidad, entre otros, también puede convertirse en una excusa facilista para engañarse a uno mismo. Todos quieren ser santos y aceptar nuestras debilidades y trabajar en ellas es mucho más difícil que condenar al resto para sentirse más pío. 

¿Hay bondades en la castidad y el recato? Claro que sí. Sin la distracción de buscar parejas, uno puede enfocarse de lleno en servir a los demás o pulir la propia mente. Cuando la mente se enfoca en el satisfacer el deseo sexual, no es fácil aproximarse al otro dejando de lado por completo el beneficio propio. Cuando el sexo se ha dejado de lado, la conexión íntima a la que se puede llegar con otro puede ser mucho más profunda y espiritual de lo que esperamos.

Sin embargo, cuando se considera inmoral la libertad sexual hay varios peligros. En primer lugar, está la hipocresía generalizada ver la paja en el ojo ajeno. Se tilda de inmorales a quienes no viven según la norma de la monogamia reproductiva o la castidad, mientras uno mismo no piensa más que en sus comodidades, lujos y estatus y es capaz de cometer toda clase de crueldades con tal de sostenerlos. Podemos mencionar algunas de estas crueldades como el engaño, la estafa, la corrupción, la defensa de sistemas económicos que causan miseria y sufrimiento, la contaminación, el abuso de animales y humanos. Incluso en nombre de esa misma moral, se acosa, maltrata y mata a quienes no la practican. La falsa moral es una coartada que nos permite llevar a cabo un proyecto de vida reñido con el respeto y el altruismo y aún así sentirnos gente de bien.

Un segundo peligro es poner la valla muy alta. Puede que nuestros apetitos sexuales no sean los más santos, pero negarlos no nos llevará a buen puerto. Hay mucho que pulir en la mente antes de liberarse de ellos. Convendría primero trabajar en la ira, por ejemplo, antes de pretender haber superado instintos menos destructivos. La represión sólo lleva a que esas pulsiones escapen en forma de abusos y engaños causando más daño. En pocas palabras, el segundo peligro consiste en engañarse uno mismo pensado que se es sexualmente muy correcto y despreciando la los que creemos que no lo son, cuando en realidad uno se está reprimiendo y puede incluso llegar a ser presa de ese impulso que no quiere ver.

Un tercer peligro, que puede llegar a ser monstruoso, es cuando personas e instituciones utilizan la culpa y el deseo de la gente de sentirse “bueno” para manipular, controlar y obtener poder y riquezas. Con discursos que te hacen sentir “gente de bien” si sigues sus preceptos y te hacen creer que todo aquel que no los sigue es “gente de mal vivir”, explotan tu deseo de santidad y salvación. Crean una ilusión donde están los “buenos”, que son su rebaño, y todos los demás son malos, merecedores del infierno y la condena. Además, te controlan con el terror a convertirte en uno de los “malos”, a ser expulsado de la comunidad de los salvos.

Lo interesante del sexo, para estas instituciones manipuladores, es que, siendo algo tan íntimo, una vez que han logrado convencerte de que son ellos los que saben qué es correcto hacer y qué no en este ámbito, será fácil convencerte de qué hacer con tu dinero, energía y tu vida entera. Si pudieran haber prohibido todo acto sexual, lo habrían hecho, pero queda el tema de la reproducción. Es por ello que lo que se reprime, es el placer. La sexualidad es un aspecto de nuestra mente tan poderoso, que influye sobre todos los ámbitos de nuestra vida y puede convertirse en un anillo mágico para controlarlo todo.

Había empezado mencionando algunas desventajas del sexo sólo por el placer. Sin embargo, en una sociedad infectada de falsa moral, la reivindicación del placer es también beneficiosa. Hay santos libertinos que con su cuerpo y desenfado exorcizan a este monstruo abriendo paso a preguntas sobre verdaderos temas morales como la desigualdad social y económica, la miseria, el hambre, la exclusión y el abuso.

Si uno no es un santo que ha abandonado toda autoindulgencia, no hay nada de malo en que una, dos o más personas libres y responsables utilicen el erotismo de sus cuerpos para proporcionarse placer. Sin embargo, el sexo, fuera de la “santidad” de la reproducción “permitida”, también tiene un valor altruista y puede usarse para el bien. Un encuentro sexual puede ser el lugar de una conexión íntima que nos permita explorar la psiquis del otro, darle consuelo, alivio, vitalidad, aunque no implique una relación monógama de largo plazo. El sexo también puede fortalecer un vínculo de pareja o amistad. Si se practica responsablemente, el sexo reduce el estrés, mejora la salud, otorga vitalidad y entusiasmo. No todo es placer o reproducción.

El bien que se puede hacer con el cuerpo y la sexualidad no sólo alcanza a nuestros compañeros eróticos. Los beneficios psicológicos y físicos se extienden a todas las personas con quienes tengan contacto no sexual. Si el sexo es parte de una relación de pareja estable, constituye un elemento más que la fortalece y vitaliza. Los lazos afectivos, que pueden fortalecerse con el sexo, también contribuyen a la sociedad formando familias estables cuyos miembros colaboran mutuamente en todos los ámbitos de su desarrollo.

Si tu camino espiritual prescribe la castidad o limita el sexo a la reproducción, sigue sus preceptos. Pero no pretendas que la sociedad reprima, condene o desprecie el sexo no reproductivo y a las personas, parejas o grupos que lo practican. Si lo que buscas es la Verdad o Dios o la Iluminación, date cuenta de que todo ello es algo mucho más grande que las normas que cada tradición señala para alcanzarlo. No faltes el respeto a tu propio camino pensando que todos debemos seguirlo tal como lo haces tú, el bien que buscas está más allá de los libros sagrados y tradiciones.


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No sabemos nada

No soy filósofo, ni académico, ni intelectual, ni maestro espiritual, así que habrá muchos que puedan decir esto mejor que yo. Pero lo diré.